Stuart habla de cuáles
son los límites de la naturaleza y cuáles son los del individuo en sociedad;
también de cómo es que la lucha entre la libertad y la autoridad siempre ha
estado presente en la historia.
La libertad en sus
inicios, se consideraba como una protección para los gobiernos tiranos en la
antigüedad; ya que el gobierno de éstos podía ser peligrosos, pero a su vez era
inmensamente necesario, para evitar eso, se exigía que los gobernantes estuvieran
conectados con su pueblo.
Describe lo que es una
tiranía de la mayoría como cuando la sociedad es la que se vuelve tirana, y
entonces ellos ejecutan sus propias leyes y ejercen soberanía contra la
minoría.
Habla de cómo los
hombres necesitamos hablar y experimentar con diferentes cuestiones para poder
llegar a ser un hombre sabio; afirma que ninguna persona -sabio- nació
siéndolo, pues tuvieron que usar varios procedimientos, y considera un grave
error negarse a escuchar otras opiniones adversas a la nuestra.
Menciona que en un país donde no existe la libertad de pensamiento cuando las
opiniones y los sentimientos que los hombres mantienen las consideran más
importantes o infalibles a las demás. Para dar un ejemplo de esto, el autor
menciona que hay ciertas personas que las demás asientan sin vacilación lo que
ellas consideren que es verdadero.
También, menciona los
límites de poder que se le aplican al gobernante desde el momento que el hombre
dejó de considerar a una autoridad como necesaria.
Por otra parte, habla
de cómo la fe regula la conducta, y de cómo usan doctrinas para regular a los
adversarios; estas doctrinas no tienen arraigo en los creyentes y no ejercen poder
sobre la espiritualidad de las personas.
Finaliza diciendo que
para el bienestar intelectual de la humanidad, es necesaria la libertad de
opinión y la libertad de poder expresarte.
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