“No podría haber
injuria donde no hay propiedad”
Rousseau va
desarrollando la manera en la que se comenzó a crear el sentido de igualdad y
de propiedad en los seres humanos a través del tiempo.
Relata cómo fue que el primer sentimiento del hombre fue el de su existencia y
de cómo protegerla.
El hombre ha tenido varias dificultades para preservar su especie, pero se ha tenido que hacer de diferentes medios para seguir existiendo y superar esos obstáculos.
El hombre siguió
ejercitándose y superando a los otros seres vivos; comenzó a construir cosas
simples como los arcos, las flechas, y comenzó su sentido de querer sobrepasar
a los demás, ya sea en fuerza, o en velocidad, transformándose en mejores
guerreros, o mejores cazadores, sintiéndose orgullosos y asumiendo
voluntariamente la categoría de individuo superior.
Rousseau dice que la única razón por la que los humanos se mueven o toman ciertas decisiones es para su bienestar; y ya que el hombre estaba asociado en rebaños, tenía que velar por su bienestar y por tener ventajas; Rousseau marca este hecho como detonante de que se hicieran los compromisos mutuos.
Pero como en todas las civilizaciones subdesarrolladas, la ley del más fuerte
es la que rige, por lo que éstos fueron los primeros en conseguir alojamiento y
fueron marginando a los más débiles, o clasificándolos.
Cuando los humanos comenzaron a vivir en familia, se fueron desarrollando los sentimientos y conocieron los sentimientos básicos del hombre: el amor conyugal –pareja- y el amor paternal –familia-.
Las mujeres se volvieron más sedentarias y eran las que cuidaban el hogar y los
hijos, mientras que el hombre era el único que buscaba sustento para lograr
desarrollarse.
Desde este punto, todos miraban a todos
y todos quieren ser mirados como superiores. Aquí es dónde la estima pública
adquiere un valor.
La estima pública se
le da al hombre que haga las cosas mejor, y de aquí nace la vanidad de unos y
el desprecio, la envidia y sed de venganza de otros.
Rousseau finaliza
entrando a la propiedad privada, y marcando el inicio de la sociedad civil
cuando el primer hombre, después de asegurar algo de su “propiedad”, como
cercar una casa, es el primero en decir: “Esto es mío”
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