¿Quién
quedaba que pudiese acordarse de haber vivido la república?
Es una de las frases que más han llamado la atención; pues Tácito afirmaba que
en Roma nunca hubo república de verdad:
La libertad estaba en formación, pero llega Augusto a tomar el poder, pero
tenía mucho favoritismo.
Cuando Augusto muere, Tiberio Nerón toma el poder, pero no fue por la república,
sino por su arrogancia y el poder que logró tener; Tácito afirma que todas las
cosas escritas acerca de Tiberio fueron escritas con falsedad, y lo clasificaba
como un tirano.
Narra cómo después de los honores fúnebres de Augusto, Tiberio comenzó a
aclamar con falsedad como era que Augusto era el único capaz de controlar todo,
ya que era “mucho peso”.
Los cónsules, senadores y caballeros fingían la muerte de Augusto y fingían
también la alegría de que Tácito fuera el sucesor.
El pueblo no sintió tanto la pérdida de autoridad ya que halagaron a los
soldados con donativos, al pueblo con abundancia y a todos con paz; todo esto
fue como una estrategia de Tiberio para levantarse poco a poco, hasta tener el
poder suficiente para que nadie lo contradijese.
Tácito habla de cómo es que el gobierno de Tiberio estaba lleno de ambiciones,
tiranía y totalitarismo, y es algo que se empieza a notar cuando las leyes
comenzaron a debilitarse con la ambición del dinero; los negocios públicos se trataban
ante los senadores, los trigos, gabeles y tributos eran administrados por
compañías de caballeros romanos y de los asuntos particulares se encargaban
personas exclusivamente elegidas por Tiberio.
Los indicios de crueldad comenzaron a brotar y el pueblo comenzó a temer por la
guerra; Tácito menciona que otros la deseaban también.
Narra cómo fue que César indujo a ciertas naciones algo de la cultura latina;
Tácito nos pone el ejemplo de los circos; pasando de no tener distinción en
clases a la hora de mirar el espectáculo a asientos para los caballeros romanos
delante de los asientos de los plebeyos.
En el gobierno de Nerón se daban banquetes en lugares públicos y se servía de
toda la ciudad como si fuera su casa, y esa era una de las razones por la que
tenía poder, pero el príncipe quería más poder -se dice que quería construir un
palacio- y, no se sabe si por maldad o por desgracia, ha sido uno de los más
grandes incendios de Roma, o así lo describen varios escritores.
Nerón no estuvo en la ciudad y volvió hasta que supo que el fuego se acercaba a
su palacio, pero no puedo detenerlo.
Tácito platica cómo fue que Tiberio, para dar alivio al pueblo, abrió el campo
y parte de sus huertos para dar un tipo de refugio o casa a las personas
afectadas, que, me parece, era una gran parte del pueblo, y para poner un
culpable comenzó a culpar a la minoría, que eran los que profesaban
públicamente la religión cristiana, y así hasta que llegó a afectar a una
multitud infinita.
Tácito describe al gobierno de Nerón y Augusto como tirano; nada como otros
historiadores lo describen y afirma que en esa época lo que gobernaba era el
favoritismo, la ambición y el totalitarismo; y se lamenta, al parecer, que la
república nunca se hubiese formado completamente.
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